¿Qué es lo que sucede cuando la verdad, cruda, fuerte y violenta, ni siquiera nos golpea? ¿Sobre qué estado psicológico, moral o espiritual estaremos parados? Las palabras de la hermana del fotógrafo francés acuchillado en plena Plaza San Martín para robarle su cámara fotográfica debieron habernos generado algo. Pero no, no nos generaron nada, excepto resignación.
"¿Usted me puede explicar por qué lo mataron?” preguntó Christine Schwebel al periodista de Clarín, tan argentino él como nosotros. “No tiene sentido asesinar a alguien por una cámara de fotos. No tiene ningún sentido... No lo puedo creer" continuó. "Por su trabajo, mi hermano estuvo cerca de tiburones y de lobos, lo mandaron a lugares tan peligrosos como Libia o Siria... ¿Cómo es posible que haya muerto en Buenos Aires?”.
Claro, la joven no entiende y eso es totalmente entendible: no es argentina. No sabe –o si lo sabe le cuesta mucho llegar a creerlo- que acá en mi país, en nuestro país, todos los días suceden estas cosas. Que te matan por una cámara, por un celular, por “un peso pa’ la birra”. Y lo que también desconoce es que la muerte de su hermano, reportero gráfico naturalista, de 52 años de edad, para nosotros los argentinos es y seguirá siendo una muerte más.
0 comentarios:
Publicar un comentario