El trapo negro de defunción. |
Después de tanto alboroto previo a esta revancha veraniega, las promesas del gobernador mendocino y los 1.200 efectivos abocados a la seguridad del partido no fueron eficaces a la hora de evitar el ingreso de objetos prohibidos al estadio Malvinas Argentinas. Tampoco cumplieron su deber en la tribuna de River, donde también se vieron bengalas y bombas de estruendo.
Pese a todo, el máximo responsable del operativo de seguridad decidió ponerse el cassette y pilotear una situación tan irremontable como barrilete de yeso. "Estoy averiguando cómo pudo pasar. Hubo varias requisas antes de la apertura del estadio. Hubo 1200 efectivos, si uno los dejó pasar, no lo sé" declaró a radio La Red haciéndose el perro rengo. Quizá, tratando de excusar a Mazzola, se basó en el “todo pasa” para así poder pasar todas estas cosas.
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