jueves, 26 de enero de 2012

Messi y las cosas del querer

“¿Por qué los argentinos no lo quieren?” se pregunta la prestigiosa Revista TIME. Su próxima edición de Febrero tiene a Lionel Messi en su tapa y con ese interrogante dispara el debate. Yo, por mi parte, tengo pocas pero valederas razones que me ubican dentro de ese grupo de argentinos que reniegan del astro mundial que milita en el Barcelona español. Y uso el verbo “renegar” porque de ahí al “no querer” hay un largo trecho.

La razón principal de mi disgusto se encuentra en su rendimiento con la Selección Nacional. Como no soy hincha del Barcelona ni él juega en mi Boca Juniors, tengo que hacerle el aguante cuando se calza la única remera que compartimos: la celeste y blanca. Allí no tuvo demasiadas actuaciones para el recuerdo ni demasiados goles en sus 72 presentaciones. Se analiza desde muchos escritorios que “no es bien acompañado como en su club”, que “el equipo nacional no juega para él”, que “sus compañeros no lo apoyan”. Tras todas estas condiciones me repregunto si realmente es el mejor jugador del mundo, o es una estrella dentro de una constelación futbolística que suele aparecer cada tantos años.

Todo esto se complementa con su redundante -y no por eso inexistente- condición de crack mundial. Yo soy de los que piensan que no hay que pedirle peras al olmo y, por tal motivo, hay que exigirle más a los mejores. Por eso en cada juego le exijo que haga lo que le veo hacer por TV en el Camp Nou, que confirme lo que dicen de él en casi todo el mundo, que me tape la boca. Pero partido tras partido me vuelvo a plantear las mismas preguntas: Será él? Serán los demás? Seré yo? Luego, freno y comparo –aunque sea odioso-, y recuerdo que Maradona ganó muchos partidos solo; que si bien los apellidos que lo rodean son diferentes, el fútbol tiene las mismas reglas acá y allá; que Higuaín la mete como en el Real aunque Perú se cierre con sus 11 hombres atrás.

En fin, como anticipé mis razones son pocas pero valederas. Quizá a TIME no le interesen en lo más mínimo mis justificaciones ni la de otro argentino desengañado con Messi, pero he aquí mi opinión. Me arriesgo a vaticinar que no me llevará mucho tiempo volver a comprar su producto mundial: tal vez unas contadas actuaciones que me maravillen, o un manojo de goles que me hagan saltar de la silla, no más que eso. Tiene las herramientas y tiene también nuestro querer. Sólo le falta jugar para conseguir que los argentinos dejemos de renegarlo.

0 comentarios:

Publicar un comentario