Lo empecé haciendo casi por obligación, porque la circunstancia de no estar en mi casa me lo obligaba. Pero apenas empezó a correr la pelota en uno de los estadios lo comencé a disfrutar como un placer. Ese placer que por la comodidad de la tele había abandonado desde hace un tiempo.
El abanico de posibilidades que nos dejaba la última fecha del Clausura era histórica de antemano, y terminó siendo más que eso luego de los resultados finales. Y ahí estuve yo, en medio de un viaje, pero firme con mi vieja radio en mano, buscando a cada instante la frecuencia correcta, y viviendo lo que en muchísimas oportunidades disfruté como ningún otro tipo de transmisión: el fútbol por la radio.
Todo formó parte de mi placer radiofónico: la cantidad de partidos donde se jugaban más que 3 puntos, la lluvia de goles desde temprano que nos brindaron, las alterntivas desde todas las canchas atendidas por las interrupciones eufóricas de los periodistas allí apostados, y el morbo que también le puso condimento a la fecha 19 de ver como algunos equipos sufrían y otros respiraban.
Todo eso en sólo 2 horas de transmisión que por suerte pude vivir en vivo y en directo. Casi sin imágenes, como para agrandar esa magia de la radio de la que tanto se habla. Esa que me hace elegirla como mi medio de comunicación preferido, en el cual he disfrutado mis días de aire. Por eso que siempre me brinda, no tengo más que gritar: Viva la Radio!
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