La victoria sobre Colombia no tapa los huecos que presenta la Argentina. |
Los optimistas rescatarán algunos buenos síntomas: por ejemplo, la remontada albiceleste en la segunda etapa, donde pudo dar vuelta el resultado aún teniendo mucho en contra –un gol en contra a poco de finalizar el primer tiempo, por ejemplo-. También los últimos minutos de Messi, que le alcanzaron para que algunos medios lo premiaran como la figura; el buen rendimiento de José Sosa por la banda izquierda; la constancia en las redes del Kun Agüero; la presencia del Chavo Desábato en la saga central, ingresado tras la dura lesión de Burdisso; el estado físico adaptado, que terminó superando a los locales; y algunas que otras perlitas.
Por su parte, los pesimistas resaltarán que no les alcanza con ver jugar bien tan sólo 10 minutos a la estrella del Barcelona; se bufarán de la inercia que mostró el equipo entero en casi todo el encuentro, su toque horizontal, timorato, displicente, aburrido; exigirán la presencia de una identidad, de una idea central que sea la madre de las futuras hazañas; dudarán de la defensa íntegra aunque roten los nombres del banco aunque más no sea por obligación; y demás rezongos.
Yo destaco la importancia de estos 3 puntos, que llegan en un momento crítico aunque recién llevemos 4 fechas disputadas. Pero no puedo obviar la falta de pasión que me despierta esta selección, la falta de idea futbolística que pretende ejecutar, la falta de un hombre –o más de uno- que ordene, mande, dirija dentro de la cancha. Lamento coincidir en esta frase con Menotti, pero realmente en mi equipo también jugarían sólo 2 o 3 de estos jugadores. Por eso a esta productiva victoria traída desde Colombia le pongo los puntos suspensivos , porque nos falta mucho, mucho para llegar a Brasil.
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