Un lapso de tiempo no muy extenso separa aquel Boca deslucido, frágil y deambulante, de este único puntero, sólido y armónico. No puede hablarse entonces sólo de una cuestión de tiempos para la mejora en los rendimientos individuales y grupales.
Hay más que una vuelta de hoja, que horas compartidas y que un inicio de torneo. Hay signos que evidencian que el cambio xeneize resulta de un conjunto de otros aspectos.
Líderes. Si bien
Riquelme volvió a ser la estrella principal del plantel al recuperar su juego, su estado físico y su don de tiempista, hay otros liderazgos que le otorgan a Boca esa tranquilidad de saberse consolidado. La presencia de
Schiavi entre los centrales y la seguridad en el arco de
Orión asegura al resto de la ex enclenque defensa. El esfuerzo y compromiso de
Rivero en el medio y de
Viatri en ataque complementan a su vez la exquisita tarea del 10. Así se conforma la columna vertebral del líder del Apertura.
Buenos síntomas. Hay cosas que el hincha -antes que nadie- percibe en el aire, y esas cosas son los signos positivos.
Cosas que antes sucedían y que ahora ya no, o viceversa, como perder un partido sobre la hora, o no poder vencer el arco rival pese a ser superior, o salir ganador por la mínima aunque el rendimiento no haya sido el esperado. Hoy este Boca desaprovecha situaciones de gol, por momentos regala la posesión del balón, pero nunca deja de intentar ir al ataque y mucho menos permitirle al rival entrar en su área. De la mano de los resultados, el xeneize se afirma.
Ayuda externa. Si bien ha disminuido su nivel de juego en sus últimas presentaciones, el equipo de Falcioni ha estirado la ventaja con sus seguidores en la tabla como hacía largos años no sucedía para estas alturas del torneo.
Los que lo corren de atrás no logran mechar 2 triunfos seguidos -Rafaela, Racing, Lanús, Colón- y eso suma a la tranquilidad del plantel cuando no se puede ganar. La diferencia hoy es de 5 puntos por sobre el resto, y a mediados de campeonato debe considerarse como suficiente.
Rachas. Los fríos números de las estadísticas tampoco deben ignorarse en estos casos. Tras épocas de vacas muy flacas, donde vencer 2 partidos al hilo era casi una utopía,
Boca ostenta hoy una seguidilla de 20 encuentros sin derrotas. Esto, sumado a todo el combo anterior, lo fortalece para saber que con paciencia, perseverancia y esfuerzo el sueño de volver a campeonar podría estar mucho más cerca del que se pensaba hace no más de 90 días.