La cancha: el reino del revés. |
Unos años atrás, un árbitro me intentó vender espejitos de colores diciéndome -a mí y a todos los presentes en la charla- que para evitar que los jugadores se adelaten en la barrera de un tiro libre, había que ubicar la misma uno o dos metros más lejos de la distancia establecida, en vez de basarse en el reglamento vigente y sancionar con tarjeta a quienes no respeten las distancias correspondientes.
Esta es sólo una muestra de lo "bananero" que es este país a la hora de hacer respetar la ley -con lo banal que resulta una sanción en el deporte, al lado de una contravención o acción peor en nuestras vidas sociales-. Resulta más fácil entonces modificar todo el entorno que sancionar a quien lo viola. Así, la historia se repite otra vez: pagamos justos por pecadores.
Ayer fue una bengala, las que siempre estuvieron prohibidas y siempre fueron motivo de suspención de partidos; hoy son las banderas y los bombos. Como si todos estos chivos espiatorios entraran caminando solos a la cancha, se ubicaran por sus propios medios en una tribuna, y como por arte de magia sonaran o estallaran en medio del folclore de cada domingo.
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