Con 29 años recién cumplidos puedo decir que tengo muchos super clásicos en mi haber. Algunos los recuerdo grabados con fuego, otros en una nebulosa debido a mi terrible memoria volátil, y el resto -la mayoría podría decir- son sólo ajados recortes de diarios.
Entre todos ellos puedo recordar algunos resultados que marcaron la historia futura de este gran espectáculo mundial: la renuncia del entrenador perdedor, los hechos violentos en la desconcentración del público, las quejas sobre los fallos del árbitro de turno, y alguna que otra resaca producto de la mismísima importancia del cotejo.
Sin embargo, este último Boca 2 River 0 dejó un verdadero vendaval, una tormenta arrasadora para varios aspectos de nuestro fútbol, entre ellos el deportivo, el institucional y hasta el dirigencial. Dentro de este diluvio llueven las declaraciones cruzadas entre jugadores, las denuncias de corrupción arbitral, y las peleas dirigenciales dentro de la AFA.
El reciente exabrupto del presidente de River, Daniel Passarella, sobre la mesa de Julio Grondona generó una explosión nunca antes vivida. "Vos tenés que renunciar" fue la frase destacada de la noche agitada en calle Viamonte, la que continuó -como era de esperar- con un Don Julio intentando bajar los decibeles y con su grupo de discípulos desestimando las acusaciones del 1 de River.
Pero los airados reclamos por el mal arbitraje de Patricio Lousteau en el derby no sólo provocaron el cólera del Kaiser, sino que le abrieron la puerta a ex árbitros y a autoridades de las escuelas de referato para que aporten sus pensamientos. "Negar que hay corrupción es una tontería" disparó el controvertido secretario general del SADRA, Guillermo Marconi, y tras él se levantaron numerosas voces del arbitraje ya no en ejercicio, como si estuviesen arrepentidos de haber pertenecido al grupo al que todavía pertenecen.
Con toda esta guerra de frases y denuncias, las faltas de cordura de los expulsados Almeyda y Rodríguez, la contravención aplicada a Carrizo y la posible sobreventa de entradas de la Bombonera, quedan hoy como simples gramos de pólvora. Es muy precóz diluscidar hoy hacia dónde nos llevará toda esta batalla, pero sería tremendamente beneficiable que de una vez por todas las palabras no se las lleve el viento y que, para cuando les cuente a mis hijos las anécdotas del super clásico, pueda hablarles sobre ese 2 a 0 bisagra que cambió la historia del fútbol argentino.
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