lunes, 2 de mayo de 2011

Simpatía por el Papa

Golpeando las puertas.
Sin duda es un hecho histórico, pero para mí es más bien un sentimiento anecdótico. La beatificación de Juan Pablo II y su próxima santificación no generó una inmensa alegría en mí, ni mucho menos una tristeza. Más bien me hizo pensar y al final coincidir con tal decisión.

Sólo hice memoria por la figura de “el Papa” que he tenido y llego fácilmente a la conclusión de que lo sentí cercano a mí, a todos. No me pregunten por qué, pero es con quien me sentí familiarizado -dentro de la lejanía que uno puede tener con un máximo pontífice-.

Para mi visión lejana, Juan Pablo II fue un Papa humano, una persona común en cuanto a su imagen, y recalco que sólo respecto a su imagen. Un tipo alcanzable, normal, corriente, con el exclusivo cargo de ser el representante de Dios en la tierra. Simplemente eso opino, sin meterme en cuestiones de religión, ni de fe, ni de mucho conocimiento de causa. Por eso, tras esta breve reflexión, esbocé una mueca de simpatía.

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