Anoche anduve por la Plaza de los Dos Congresos. Allí se desarrollaba un festival a favor de la lucha contra el HIV, organizado por la organización Rock & Vida. Tras cruzar a muchos jóvenes, me encontré con 2 que me llamaron la atención. Eran un chico y una chica embarazada. Ambos vestían una remera alusiva a la reunión que decía, en letras blancas y sobre un fondo rojo furioso, "Abrazame, soy Positivo".
Me cuesta explicar lo que sentí en el momento que digerí esta frase. Me cuesta y por momentos me apena saber que experimenté, al mimo tiempo, pudor y orgullo, miedo y tranquilidad, pena y alegría. Y aunque suene como un gesto irresponsable de mi parte, llegué a la conclusión que la mitad de las sensaciones vividas por mi ser son fruto de mi educación, de la educación que hemos tenido muchos, principalmente de las generaciones que crecimos en los años 80 y 90.
Esa educación que, como en muchos otros aspectos, transmitió miedo a través de la ignorancia. Esa que juzgó sin saber, condenó sin conocer, y me intentó ocultar muchas cosas para tratar de que "nunca me pase". Por suerte palabras como Sida y Cáncer, entre otras, han empezado a sonar mucho más en los últimos años, y no por su inexorable presencia en la sociedad sino porque de a poco nos hemos dado cuenta que no siempre el silencio es salud, que la cultura es conocimiento y que el miedo con el saber.
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