Temo. Cuando se habla tanto de “libertad de expresión”, temo. Hable quien hable, acuse quien acuse, defienda quien defienda, temo. Y no pretendo inventar un Apocalipsis respecto a esto, ni incentivar un clima de paranoia mediática, ni musicalizar como las películas de Hitchcock los debates acerca del tema en cuestión. Sólo temo. Desconfío, dudo, cuestiono y temo. Nada más.
Porque el tema Papel Prensa nació, creció y maduró a base de incoherencias, injusticias y poca ética. Nació con los embriones de los grandes monopolios mediáticos para asegurarse el control del papel celulosa. Creció durante muchos gobiernos, manipulando a los ajenos y gozando de muchos privilegios. Y maduró durante la presidencia Kirchner, la que combatió esta empresa injusta con ideas del mismo calibre y para su beneficio particular, y no para el del pueblo.
Que Papel Prensa nunca debió existir es una gran verdad. Que la causa sea declarada de “interés público” es una gran farsa. Por ambas cosas es que yo temo. Y también temo por el manoseo que tiene hoy la gloriosa frase “libertad de prensa”. Temo al intentar imaginarme los intereses particulares que se manejan dentro de esa gran bolsa de gatos. Temo al intentar responderme quién es el malo en esta mala película.
Temo porque quien pretende pasar a controlar el papel es un gobierno autoritario –en cuanto a política mediática-, de pensamiento único, que transforma televisión pública en televisión oficialista, que tiene gravemente trastocada la pirámide de prioridades, que hizo de la comunicación su piedra fundacional para el convencimiento sistemático de las grandes masas. Por todo este combo, temo. Y también temo al imaginarme en qué terminará esta pseudo batalla, adónde iremos a parar.
0 comentarios:
Publicar un comentario