“A ver: Un torneo de 19 fechas es, digamos, pura calentura. Un flechazo. La tensión de la primera cita, el goce del momento, buen sexo, quizá. Y ya. A otra cosa. Todo bien con eso, eh. Lindísimo.
Pero el amor, muchachos… Ese campeonato sí es otra cosa.”
Pero el amor, muchachos… Ese campeonato sí es otra cosa.”
Así concluye Hugo Asch su genial divague sobre el reciente torneo conseguido por Boca 2 fechas antes. Se refiere a la tan comentada idea de modificar el sistema de nuestros campeonatos “cortos”, que alguna vez fue un largo amor de 38 fechas. Modelo recurrente este último en la boca de Don Julio cuando las papas queman, cuando la emoción se toma vacaciones anticipadas y no queda más que redundar en aquellas viejas nuevas ideas.
La bomba la tiró hace unos pocos días el mandamás de la AFA y volvió a encender la mecha de la discusión en todo el mundo futbolero y en del periodismo deportivo. Que sí, que no, que caiga un chaparrón… todos opinamos y todos tenemos razón. Yo realmente no se que decir, aunque a juzgar por este Apertura que acaba de terminar –valgan la paradoja y la redundancia-, con menos emoción que relato de tejo, la opinión que justifica el certamen anual termina inclinando mi balanza.
Yo tengo casi 30 años, me crié en el mundo del fútbol con torneos de Talle S, por lo cual me cuesta mucho saber si el modelo L será efectivo, emotivo, e imaginar si no me cansará o aburrirá. Pero comulgo con esta relación que hace Asch entre el amor y el fútbol y me pregunto: no será hora de transformar esa adrenalina del flechazo primero por la de la experiencia plena del amor? Quizá debemos ponernos los pantalones y proponerle compromiso a nuestro amado fútbol; como quien dice “reenamorarse”.
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