Muchas veces dije "qué ciudad de mierda!" pero esta vez siento un ligero respaldo oficial. Claro, porque según datos brindados por el Gobierno de la Ciudad cada día tenemos 35 mil kilos de excremento en nuestras veredas. Obvio que la culpa no debemos echársela a los animalitos de Dios que depositan sus desperdicios, sino a los que no los levantan y tiran en los cestos de basura. Estos últimos sí que se cagan en todos nosotros.
Dicen los que saben que las multas para los dueños que no cumplen con la limpieza correspondiente oscilan los $240, y también hacen hincapié en que en ciudades del primer mundo como Nueva York la misma se eleva a u$s100. Pero sabemos bien que aquí no hay ley que valga, por eso es escasa la cantidad de paseadores o amos que sacan a pasear a su mascota provistos de sus bolsitas higiénicas.
Mientras tanto a los peatones solitarios no nos queda otra que seguir caminando por nuestras particulares veredas que, además de tener más baldosas rotas que sanas, están sembradas de adorables "teresos". Aunque ahora, tristemente enterados de su asquerosa cifra, tendremos que jugar a la Rayuela para esquivarlos y así evitar irnos a la mismísima mierda.
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