Empezaré con una obviedad: Boca necesita un cambio. Hasta el menos erudito en el tema se da cuenta que el Boca de los últimos años no puede seguir así. Y utilizo la frase “no puede” por varias razones: porque como un grande a nivel mundial no puede seguir batiendo récords negativos, porque no puede continuar gastando millones sin conseguir un mínimo logro, porque no puede seguir acercándose más a los puestos de descenso, porque no puede continuar dejándose faltar el respeto por rivales de toda índole, porque no puede... seguir así no puede.
Y en el medio de estas obligaciones surge la necesidad de cambios. Cambios que puedo sugerir en todas las áreas del equipo: en la táctica, en la dirigencial, en la humana. Los medios hablan a diario de cambios pero sus hinchas no notan ninguno. Todos coincidimos en que debe haber cambios pero los que llegan no cambian nada el oscuro presente de este equipo. Por eso repasaré punto por punto las áreas donde puedo encontrar un cambio.
¿Cambios en la táctica?
Los números 4-4-2, 3-4-1-1, 5-3-1-1 han sonado en el ambiente xeneize desde hace un tiempo. Si bien algunos entrenadores osados habían incursionado pocas veces con una defensa de 3, fue el Bichi Borghi el torneo pasado quien hizo uso de esa formación hasta el hartazgo. Los resultados no fueron los mejores, ya que si bien los nombres se decían de memoria, los errores también se repetían y así terminó desechándose el cambio. Ese cambio que al fin llegó, justa e inoportunamente frente a River, dejando una derrota dolorosa y una renuncia más que cantada.
Hoy Falcioni prueba y prueba. Intenta con el esquema histórico del club, pero se le lesiona el 10, y ahí mete mano obligado. Intenta con un mediocampo sin enlace, sacrificado como en su Banfield histórico, pero tampoco le resulta. Prueba cerrar su propio arco poniendo 5 defensas y sólo un punta, pero le dura poco y vuelve a intentar más cambios en miras del arco rival. En fin, cambios y más cambios, pero nada cambia.
¿Cambios en el plantel?
Las últimas noticias que muestran las sumas gastadas en renovar el plantel –incluídos entrenadores también- son escalofriantes. Desde la dirección de Carlos Ischia hasta hoy superan los 150 millones de pesos y ninguna actuación descollante. Sólo se rescata las apariciones del Pocho Insúa y del chileno Gary Medel, después sólo nombres de paso u obligadas renovaciones de ídolos tales como Battaglia, Palermo y Riquelme.
Los DT también forman parte de esta locura de contrataciones. Las últimas de Borghi y Falcioni, campeones con sus respectivos equipos chicos, demuestran la desesperación de la dirigencia por intentar comprar el éxito envasado de origen. Pero la cosa no fue tan fácil, ya que el primero sólo cosechó 14 puntos de 36 en juego (39%) y el segundo suma hasta hoy 10 de 27 (37%). Una racha que sin dudas lo complica y mucho a Boca para la venidera temporada, ya que comenzará la 2011/12 sin las 61 unidades conseguidas en la 08/09, última con títulos.
¿Cambios en la dirigencia?
Una de la modificaciones vino obligada tras una desgracia: el desceso del presidente Pedro Pompilio le depositó en las manos el fierro caliente a su vice Jorge Amor Ameal, anteriormente encargado de las peñas xeneizes del país. Desde allí parece no haber un destino fijo en el horizonte. Todo es ir hacia lo que dio frutos en otro lado y plantarlo en su propio terreno.
Tras cada reunión de Comisión Directiva llueven las informaciones de discusiones elevadas y hasta intercambio de golpes entre los presentes. Un viejo conocido como Crespi que amaga irse “para no hacerle mal a Boca” mientras prepara su candidatura para fin de año. Otro lobo de mar como Beraldi que vende rumores al show televisivo de los domingos por la noche. Y así sigue este candombe. De cambios ellos no hablan, aunque dicen escuchar el pedido a gritos de los hinchas.
Muchos cambios y todo sigue igual. Hasta la imagen de los partidos sigue intacta, como una postal de antaño, fija, inmaculada. Ya se cómo se desarrollará el partido, el tibio grito de gol de los rivales de turno, el “hay que poner más huevo” que baja de las tribunas, y la espera post partido en silencio y con la cabeza gacha.
Sigo sin saber cuál será la solución. Reniego al pensar que hay que limpiar algunos jugadores, también descreo que cambiar bruscamente de técnico será la salvación, y al mismo tiempo me acerco más a imaginar una conducción centrada desde arriba de la pirámide, para educar con el ejemplo. Y así, sólo se que hay que cambiar. Modificando alguno de estos sectores habrá que encontrar la respuesta a este derrumbe deportivo. De no encontrarlo, hablaremos de la hoja más negra en la historia del más grande.
0 comentarios:
Publicar un comentario