viernes, 28 de octubre de 2011

Más de lo mismo

La gente anduvo por los vestuarios.
La violencia nos demuestra que todo lo puede. Esto ya es, en nuestro fútbol, una verdad de perogrullo. En esta ocasión, el bochornoso echo ocurrido en el mismísimo vestuario de San Lorenzo en el que barras golpearon al jugador Bottinelli, provocó la suspensión del próximo encuentro del santo ante All Boys.

Lo peculiar es que esta decisión drástica, y muchas veces criticada por mí, la debió tomar el Ministerio de Seguridad ante la pasividad de la dirigencia del club implicado y la urgencia "diplomática" de la AFA. Así, el choque contra los de Floresta carece de fecha y hay varias voces que se suben a la queja, muchas de ellas con motivos.

Es que alguna vez deberíamos entender que la solución para acabar con la violencia no es parar el fútbol, sino todo lo contrario. Es intentar que en los clubes la seguridad sea segura, que los responsables sean responsables, que los jugadores jueguen y que los hinchas alienten. Pero esta cotidiana utopía nacional aumenta de manera indirectamente proporcional a la sorpresa generada ante cada nuevo hecho violento.

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