Llevala, pero decí que son nuestras |
El Gobierno Nacional ha encarado hace algunos meses su batalla más importante de los últimos tiempos: recuperar las Malvinas. Sí, esas Islas que todos conocemos por nombre y por hechos, y que argentinos e ingleses de buen gusto –tal como sugiere la Revista Barcelona- se niegan a habitar. Para ganar esa batalla todo vale, incluso las decisiones más populistas y menos fructíferas, como lo son los bloqueos comerciales a la nación británica y el pago de impuestos de Roger Waters, “para que no se la lleve toda junta”.
"Vamos ganando" les faltó pintar |
Tras estos hechos surgen por decantación los de los grupos seguidores y también los de aquellos que se pasean por nuestras calles con aires de prócer y caras tapadas. Hacia la pronta recuperación de un buque-héroe de guerra que se ancla hoy en Uruguay van los muchachos de Quebracho. Mientras tanto, algunos ex combatientes toman de rehén a la Torre de los Ingleses, y otras agrupaciones políticas empapelan las calles de nuestra ciudad proponiendo soberanía. No puedo afirmar cuánto faltará para que bajemos a piedrazos los vidrios de alguna multinacional británica al grito de “piratas go home”, pero pienso que estamos cerca.
No pretendo tocar el pasado, quiero debatir el presente. Lo que pasó, pasó, y aunque algunos pretendan rescribir la historia, debemos entender que las cosas están así. Hace unas semanas hubo un lindo pero breve debate sobre las formas y los modos que podemos adoptar para encaminar el proceso de recuperación de las Malvinas –si es que recuperarlas es lo que realmente queremos-. Pero como todo lo bueno en este país, la discusión duró poco. Seguimos alimentando la boludéz nacional para el bien de unos pocos.
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