“Sólo pido que el arbitraje sea normal” esbozó con un tono parroquial tras la práctica de hoy. Arrojando este manto de sospechas –una de sus armas predilectas- intentó dejar atrás las declaraciones que le realizó a una radio partidaria tras el empate ante Argentinos en la última fecha, sumando así otra refutación de sí mismo.
Situaciones como esta son costumbre en el accionar del entrenador del último equipo en la tabla de posiciones y de promedios. El año pasado negó haber dicho lo que las cámaras afirmaban claramente en el fuerte entredicho con su colega Omar Asad, donde lo acusaba de drogadicto entre otros insultos.
Pero no sólo de arrepentimientos vive Ricardito. También suele abrir el paraguas periódicamente para cubrirse de lo que en un futuro cercano pueda sucederle a sus equipos. Antes del comienzo del último TorneoApertura acusó a los dirigentes de AFA de haber “armado a propósito” el fixture en contra de su Tigre. “Van a hacer lo posible para que perdamos” continuó sin pelos en la lengua ni vergüenzas sobre su espalda.
Enredado también en acusaciones de exigirles un pago a sus propios jugadores para ser titulares, el barba candado no escatima recursos a la hora de hacerse notar. Fiel a su estilo, y ya como una firma de autenticidad, suele finalizar sus pseudo-acusaciones con una típica aclaración: “No es que uno quiera abrir el paraguas, peeerooo…”.
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