viernes, 25 de noviembre de 2011

Entre el Boicot y el Reclamo

"Yo no Boicoteo. Yo Banco" reza la remera.
El delgado límite que suele transitar nuestra presidente con sus discursos no lo desanda por nada. Quiero decir que CFK no habla por hablar, sin saber qué consecuencias traerá lo que ella diga, entre lágrimas y orgullo patrio. Lo hace con un sentido, con un objetivo, pero cuidando los modos para no ser catalogada de “incentivadora”. Por eso juega mejor que nadie con las palabras y sus significados aprovechándose del intenso patriotismo que parece haber despertado en nuestro país en los últimos años. Arma y desarma las palabras “reclamo” y “boicot”, y allí es cuando el límite se cruza peligrosamente.

Ayer, en un “violento” discurso realizado en el ¿nuevo? hangar de Aerolíneas Argentinas –ex propiedad de la desaparecida línea CATA-, la viuda de Kirchner llamó al pueblo argentino a ponerse en contra de los trabajadores. Pero eso sí, “en buenos modos” como supo decir. Palabras más, palabras menos, sugirió a los pasajeros que “si tienen problemas, en buenos modos porque no creo en la violencia, le pidan a ese hombre o mujer que quieren que la Argentina sea grande”. Todo dentro de lo políticamente correcto, sobre la cornisa que bien sabe transitar.

Pero antes de este acto patriótico, y previo a publicar los “sueldos promedios” de los trabajadores de AA –a los que muchos les dio risa por faltar groseramente a la verdad-, le dio un efusivo espaldarazo al hombre que desde 2009 comanda la estatización de esta aerolínea. Subiendo el tono aclaró que “este señor que está ahí sentado se llama Mariano Recalde y no lo nombró el Espíritu Santo, lo nombró esta Presidenta”. Así, el hombre de La Cámpora que cobra por mes alrededor de $50.000, tuvo también su gesto patriótico ya que con esos ingresos engrosará la lista de los funcionarios sin subsidios.

De este modo, una vez más se aplica la regla del famoso “divide y reinarás”. Nuevamente uno tiene que optar por tirar para adelante por el bien de nuestro país, o cagarse en el vivir de los otros y exigir lo que le corresponde cobrar. Seguramente la mayoría diga “esos sindicalistas son todos mafiosos”. Quizá tengan razón, seguramente coincida con ellos. Pero va a haber un momento en que vamos a ser nosotros los que estemos luchando por nuestros salarios, y allí nos van a volver a decir: “no boicoteen el país, bánquenlo”.

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